Juzgado por insurrección, fue condenado a amputación de sus miembros y sus dos manos fueron cortadas.
En la obra teatral Arauco domado, el autor Lope de Vega pondrá en su boca las siguientes palabras dirigidas a García Hurtado de Mendoza: Al volver se presentó ante los mapuches, mostrando sus mutilaciones, clamando justicia y un mayor levantamiento mapuche como su antiguo líder Lautaro.
Por su valentía y gallardía fue puesto al mando de un escuadrón y con cuchillos amarrados en ambos miembros mutilados reemplazando sus manos luchó fugazmente junto a Caupolicán en las campañas siguientes hasta que, ambos fueron capturados en la Batalla de Millarapue y García Hurtado de Mendoza ordenó matarlo, lanzándolo a los perros.
Galvarino le respondió descubriendo sus brazos mutilados que había tenido ocultos bajo su manta, que no quería recibir la vida de ellos y solo sentía la muerte por no haber podido hacerlos pedazos con los dientes.
Los conquistadores se exaltaron al ver la soberbia del cacique y apuraron la ejecución.