Por motivos de seguridad, no deben ser recetados a los pacientes a los que se diagnostica por primera vez una dislipemia, como primera elección, salvo en hipertrigliceridemias severas y en pacientes que no pueden tomar estatinas.
En ambas ocasiones ha concluido que los beneficios de los fibratos comercializados en Europa (bezafibrato, ciprofibrato, fenofibrato y gemfibrozilo) continúan siendo mayores a sus riesgos en los pacientes con dislipemias.
Estudios clínicos con fibratos, como el BIP (Bezafibrate Infarction Prevention Study), HHS (Helsinki Heart Study), Vahitt (Veterans Affairs High Density Lipoprotein Cholesterol Intervention Trial) y el estudio FIELD (Fenofibrate Intervention and Event Lowering in Diabetes) han revelado que los pacientes que más se benefician de los fibratos son los que padecen diabetes o síndrome metabólico.
Este dato es muy importante pues una diabetes melitus tipo 2 o del adulto puede iniciarse con sólo un discreto aumento de triglicéridos, por lo que es fundamental ante ese único dato, o si aparecen otros factores del síndrome metabólico (como obesidad o hipertensión arterial de grado I), el descartar la diabetes mellitus.
Su diagnóstico precoz mejorará la esperanza y la calidad de vida del individuo.