Tenía dieciocho años y era el número 1 de su promoción, condición que conservó durante toda su carrera.Al casarse, Felipe se convirtió en el VI barón.Emprendió a su llegada operaciones de campaña contra los insurrectos separatistas, condecorándosele con la Cruz al Mérito Militar con distintivo Rojo de 1.ª clase por su actuación en las operaciones sobre Mayarí Arriba y por su comportamiento en el combate del 3 de junio librado en Seboruco.Ese mismo mes Martínez-Campos fue relevado por el general Valeriano Weyler como gobernador de Cuba, así que Navarro también regresó a la península a finales del mismo.En enero de 1897 embarcó voluntario para Filipinas, donde la sublevación había estallado unos meses antes, para continuar allí las expresadas prácticas.Asistió en 1914 a varias operaciones en el territorio de Larache, contrayendo méritos por los cuales fue recompensado con la Cruz del Mérito Militar con distintivo Rojo de 3.ª Clase.Estando vacante el puesto de segundo jefe, Navarro lo reclamó y al mes siguiente se le concedió.[1][2] Esta función le consumía gran parte de su tiempo, en una época en la que la ciudad iba creciendo a ritmo acelerado.Desde el primer día se dedicó a recorrer el territorio y visitar las posiciones ocupadas, asistiendo a cuantas operaciones se desarrollaron, algunas de las cuales dirigió personalmente.El día 20 Silvestre entró en Annual y envió a Navarro a Melilla para solicitar urgentemente refuerzos, pero el 22 de julio se enteró a mediodía del desastre y partió rápidamente de nuevo hacia el frente.Retrocedió combatiendo durante seis agotadores días, deteniéndose en Ben Tieb, Dar Drius, El Batel y Tistutin hasta llegar el día 29 a Monte Arruit.Al estar ocupado por el enemigo todo el terreno entre esta posición y Melilla, la única forma de continuar la retirada era abandonando a los heridos.Sin embargo, la situación en Monte Arruit era tan dantesca que el alto comisario de España en Marruecos, general Dámaso Berenguer, sabiendo imposibles los refuerzos le autorizó a iniciar conversaciones con el enemigo para rendir la plaza.Inicialmente Navarro se negó a ello, pero al cabo de 11 días se habían agotado los víveres y el agua (sólo tenían los bloques de hielo que dos aviones dejaban caer sobre la posición, cuando acertaban), escaseaban las municiones, aumentaba el cañoneo enemigo ante cuyos estragos no podían defenderse ni responder (Navarro mismo resultó herido grave por metralla el día 7, pero no cedió el mando), el calor y la sed eran inaguantables y se multiplicaban los muertos.Los heridos y enfermos comenzaron a alinearse en la puerta del fuerte, preparándose para la evacuación.Los cadáveres quedaron insepultos hasta la reconquista de la posición varios meses después.A raíz del Expediente Picasso de depuración de responsabilidades, Navarro fue sometido a un consejo de guerra por un tribunal presidido nada menos que por el capitán general Valeriano Weyler, a la sazón jefe del Estado Mayor Central del Ejército.Sufrió heridas graves en cabeza y piernas aunque se restableció rápidamente.Un mes después Navarro fue nombrado jefe de la Casa Militar del Rey y comandante general del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos.Acababa de cumplir 72 años, hacía tres que se había instaurado la Segunda República y se vivía el segundo bienio, llamado radical-cedista o conservador.Aprovechando el incendio desatado poco antes pudo escaparse en la confusión, pero al llegar a su casa, antes de continuar la fuga, decidió bañarse.Este hijo, Carlos Navarro Morenés, era teniente de Infantería (capitán a título póstumo), estaba afiliado a Acción Popular (partido integrado en la CEDA) y a Falange Española de las JONS y era socio de la Real Gran Peña.Hasta 1939 no pudieron sus familiares atreverse a denunciar los hechos y registrar oficialmente sus fallecimientos.Experto jinete, formó parte del jurado de los concursos hípicos internacionales celebrados en Bruselas en 1905 y en Lisboa en 1909.
Felipe Navarro Ceballos-Escalera, en la izquierda de la imagen, en 1928, en la boda de su hijo
José Navarro Morenés
con María Inmaculada Peláez de la Puente, hija de la
marquesa de Castañiza
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