Fazil Mustafá

Fazil Mustafá fue un Gran Visir valiente, inteligente e íntegro, pero tuvo un mandato demasiado corto como para poder detener la decadencia otomana.A la muerte de Fazil Ahmed subió al poder Kara Mustafá, que dirigió con éxito la guerra ruso-turca (1676-1681), tras lo cual dirigió su vista al Sacro Imperio Romano Germánico con la aspiración de realizar lo que Suleyman I no pudo: tomar Viena.[3]​ Leopoldo I de Habsburgo no tenía tropas para enfrentarse a los otomanos pero gracias a la mediación del papa Inocencio XI casi todos los Estados del Imperio y de la Europa Central se unieron al Emperador.También lo hizo Polonia y hubo países europeos que no pudieron enviar tropas pero mandaron dinero.Tras la derrota Kara Mustafá se retiró a Belgrado, donde los enviados del sultán le estrangularon.Ese año también es ocupado Székesfehérvár y los otomanos son prácticamente expulsados de Hungría.Como consecuencia de las derrotas otomanas, una revuelta palatina despojó del trono a Mehmed IV.Era necesario que el gobierno estuviera en manos de una persona enérgica y competente.Suleimán II puso sus miras en la familia Köprülü que había dado al Imperio sus últimos días de esplendor.El buen empeño de sus responsabilidades hace que en 1683 ya fuera Tercer Visir.Es posible que Fazil Mustafá conspirara a favor del destronamiento, pues no sentía una gran simpatía por Mehmed IV.[11]​ También emitió nueva moneda para sustituir a la antigua que se encontraba muy envilecida, e intentó regular los precios de los productos para evitar la especulación.[11]​ Otro medio que usó para llenar las arcas del Estado fue perseguir a los ricos que especulaban o habían cometido fraudes durante el gobierno de sus predecesores confiscando sus posesiones e incluyendo los beneficios sacados por ella en el tesoro imperial.[13]​ La batalla fue desastrosa para los turcos y muy costosa para los imperiales, pero aseguró las posiciones del Sacro Imperio Romano Germánico.