[1] El faro fue gravemente dañado por tres terremotos acontecidos entre los años 956 y 1323,[2] convirtiéndose en un edificio en ruinas.
[5] Tras el fallecimiento de Alejandro Magno, el primer monarca ptolemaico, Ptolomeo I, se declaró faraón en 305 a. C. y financió la construcción del faro poco después.
[6] El faro albergaba una hoguera nocturna en la cima, que marcaba la posición de la ciudad a los navegantes, dado que la costa en la zona del delta del Nilo es muy llana y se carecía, por tanto, de cualquier referencia para la navegación marítima, y estaba construido en su mayoría con bloques sólidos de piedra caliza y granito.
[14] La descripción más exhaustiva del faro se debe al viajero árabe Abou Haggag Youssef Ibn Mohammd el-Balawi el-Andaloussi, quien visitó Alejandría en 1166.
El oratorio ubicado en la cima del faro tenía un diámetro de 4,3 metros.
[13] Otras fuentes posteriores a la destrucción del faro por el terremoto de Creta de 1303 incluyen a Ibn Battuta, un erudito y explorador marroquí, que visitó Alejandría en 1326 y 1349.
Battuta observó un estado de abandono únicamente en la zona rectangular y en la rampa de acceso, por lo que le propuso al sultán An-Nassir Muhammad construir un nuevo faro en las cercanías del abandonado, pero este proyecto no se llevó a cabo tras el fallecimiento del sultán en 1341.
[16] Finalmente, los escombros desaparecieron en 1480, cuando el sultán de Egipto Qaitbey construyó un fuerte en la plataforma donde estaba ubicado el faro utilizando estas piedras.
La Unesco subvencionó una expedición de arqueólogos marinos al yacimiento, dirigida por Honor Frost.
La directora confirmó la existencia de ruinas que formaron parte del faro, aunque, debido a la ausencia de arqueólogos especializados y a que la zona se estaba militarizando, la exploración fue paralizada.
Además, imágenes satelitales han demostrado la existencia de nuevos restos arqueológicos tales como embarcaderos, viviendas y templos que han acabado en el fondo marino debido a terremotos y otros desastres naturales.