El primero en plantear una teoría seria al respecto fue Lord Monboddo, quien en 1729 publicó The Origin and Progress of Man and Lenguaje ("El origen y progreso del hombre y el lenguaje"), obra de gran erudición en la que explicaba el surgimiento del lenguaje humano a partir de las ventajas evolutivas que confirió el mismo: concluía que el lenguaje se desarrolló como un método de supervivencia ventajoso cuando una comunicación clara podía ser determinante para evitar peligros, explicando además las principales características de los idiomas primitivos.
Las teorías de Monboddo no fueron muy seguidas, debido sobre todo a las numerosas excentricidades del lord, que nunca fue tomado muy en serio.
En cambio, en Homo sapiens, la laringe se ubica más abajo, lo que permite a las cuerdas vocales la producción de sonidos más claramente diferenciados y variados, pero al no poder ocluir completamente la epiglotis, la respiración y la ingesta deben alternarse para que el sujeto no se ahogue.
El acortamiento del prognatismo que se compensa con una elevación de la bóveda palatina facilitan el lenguaje oral.
Estudios realizados en la Sierra de Atapuerca (España) evidencian que Homo antecessor, hace unos 800.000 años, ya tenía la capacidad, al menos en su aparato fonador, para emitir un lenguaje oral lo suficientemente articulado como para ser considerado simbólico, aunque la consuetudinaria fabricación de utensilios (por toscos que fueran) por parte del Homo habilis hace unos 2 millones de años, sugiere que en estos ya existía un lenguaje oral articulado muy rudimentario pero lo suficientemente eficaz como para transmitir la suficiente información o enseñanza para la confección de los toscos artefactos.