Elvio Romero

De este mismo modo, otros poetas, más maduros, buscaron insertarse en el clima literario internacional y nutrir así las viejas formas.

Elvio Romero, por los imponderables caminos que transita la poesía, se encuentra con ciertos versos que le resultan extraños a la vez de novedosos: es el caso del libro Tumulto, obra de clara influencia norteamericana del argentino José Portogalo.

Una vez en la capital, el pequeño Elvio reanuda sus estudios y termina la escuela primaria, inscribiéndose luego en la secundaria, por la que muestra un claro desinterés.

En esta revista publica su primer artículo literario, un comentario sobre la personalidad y la obra de Romain Rolland.

Acerca de ese atrevimiento declarará más tarde: «un irresponsable estudio, cosa terrible y temeraria».

Inmediatamente después empezó a publicar en algunos diarios, principalmente en El País, en los que aparecieron sus primeras poesías.

Pero no la vida como la concibe el europeo, chato siempre ante nuestro mundo maravilloso y mágico, sino como la concebimos nosotros.

Elvio Romero, como todos los auténticos poetas de América, no tiene que poblar un mundo vacío con su imaginación.

Y por eso se nos queda tanta geografía dispersa en flores, en astros, en piedras, en aves, cuando leemos los poemas de este inspirado poeta paraguayo.

Lo formal, se cuenta, cuenta poco en poetas en que hay una tempestad atronadora, en los cuales lo que se dice se expande y al expandirse crea o recrea, del mundo nuevo, su vibración auténtica.Y Rafael Alberti, notable exponente de la generación poética del 27 en la literatura española, le canta, en los encendidos versos de su poema «Elvio Romero, poeta paraguayo»:

Y mientras que penando sin luz va el enemigo, la Libertad contigo Gabriela Mistral, la premio Nobel chilena, por su parte, escribe: