Fueron las undécimas elecciones provinciales jujeñas que tenían lugar desde la instauración del sufragio secreto en el país.
Raúl Bertrés, candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), logró llegar a un pacto con la Unión Cívica Radical Antipersonalista (UCR-A), que hasta entonces apoyaba al gobierno del conservador Partido Popular (PP), para concurrir juntos a las elecciones.
[4][5] A pesar de que hubo algunas denuncias menores, y el propio Bertrés había declarado que prefería la presencia de veedores militares, las elecciones fueron reconocidas como justas, y el oficialismo derrotado reconoció los resultados.
Tras la instauración del régimen conservador, este se sostuvo en el Partido Popular, liderado por Fenelón Quintana, que ganó las elecciones de 1931 en medio del fraude electoral y el boicot de la UCR.
[7][8] Para ese entonces, a nivel nacional había sido elegido presidente Roberto Marcelino Ortiz, el cual comenzó una política liberalizadora que pretendía restaurar progresivamente la democracia en el país, presionando a los gobernadores para que realizaran elecciones limpias.
[13] La victoria radical a nivel gubernativo condujo a un efecto arrastre en el que los candidatos legislativos del Frente Radical se vieron beneficiados, imponiéndose en los cinco departamentos que renovaban legisladores y adjudicándose, por tanto, las diez bancas en disputa.
[9] Debido a que el Partido Popular había triunfado sin oposición las anteriores elecciones, la legislatura jujeña quedó compuesta por 10 diputados radicales y 11 conservadores,[5] cuya mayoría dificultaría enormemente el trabajo del gobierno.