En las dos únicas elecciones en las que un candidato ha sido electo presidente de la Nación Argentina sin imponerse en el distrito bonaerense (1916 y 2015), una arrolladora victoria en Córdoba (del 67% para Hipólito Yrigoyen y del 71% para Mauricio Macri) fue clave en esos triunfos.
Durante la época de dominio radical, el Partido Justicialista cordobés, al igual que el PJ nacional, había enfrentado fuertes luchas internas, entre un sector ortodoxo y uno renovador, encabezado este último en Córdoba por José Manuel de la Sota.
El sector renovador consideraba al ortodoxo como principal responsable de la derrota electoral sufrida en 1983, la primera del justicialismo en elecciones libres.
De la Sota logró tomar el control del peronismo cordobés a partir de 1985, cuando las facciones justicialistas presentaron listas legislativas separadas y la lista renovadora superó ampliamente en votos a la ortodoxa.
Sin embargo, y pese a las expectativas, De la Sota perdió sorpresivamente las elecciones contra Angeloz en 1987, aunque por un margen más estrecho que el obtenido por sus predecesores ortodoxos.
No obstante, una nueva derrota ante Angeloz, esta vez por un margen más amplio, en 1991, hizo que el apoyo al naciente delasotismo colapsara, y el gobierno menemista, cuyo principal referente en Córdoba era Julio César Aráoz, pudo finalmente tomar el control del PJ cordobés.
El corte de boleta con respecto a las elecciones presidenciales y legislativas fue altísimo, alcanzando proporciones históricas.