Fue durante una visita de los padres a sus familiares en Reque cuando se dio su alumbramiento.
Eran los días en que la Escuadra Española del Pacífico se hallaba desafiante en estos mares, pretendiendo imponer nuevamente su soberanía.
A bordo del Manco Cápac y luego del Atahualpa, hizo la travesía desde Nueva Orleáns hasta el Callao, vía el Estrecho de Magallanes, viaje que fue considerado como una hazaña naval.
En enero de 1878 regresó una vez más al Huáscar, donde se hallaba cuando estalló la Guerra del Pacífico.
Desde el momento en que el almirante Miguel Grau tomó el comando de esta legendaria nave, pasó a ser su ayudante.
Sus restos descansan en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro.