De allí llegó Guillaume Farel, el predicador y reformador francés más hábil.
Esta estuvo entonces severamente marcada por las guerras de religión, especialmente en 1562, cuando el cruel barón des Andrets actuó como lugarteniente general en el Delfinado del príncipe de Condé.
En la segunda mitad del siglo XVII surgió la figura de Étienne Le Camus, único obispo de Grenoble llegado a cardenal, que se comprometió a aplicar las decisiones del Concilio de Trento, a través de numerosas visitas pastorales y la fundación del seminario.
[1] El papa Pío VI, hecho prisionero en Francia, pasó dos días en Grenoble en 1799.
Al obispo Simón se le impidió visitarlo.
[2] Al mismo tiempo, se hizo coincidir el territorio de la diócesis con el del departamento.