Milagro mexicano

Esta política puede definirse como crecimiento sin desarrollo, ya que el número de industrias del país aumentó.Durante el mandato del presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1946) se observa una notable estabilidad política y un crecimiento económico.Entre 1940 y 1945, el PIB crece a un ritmo de 7.4 %, índice nunca antes alcanzado en la etapa postrevolucionaria.Los sexenios presidenciales de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés proporcionaron los medios para alentar el crecimiento económico, la consolidación del mercado interno y la inserción de México en la economía mundial.Entre otras obras públicas, se construye el Centro Hospitalario 20 de Noviembre del ISSSTE, y unidades habitacionales como el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco o el Conjunto Habitacional Unidad Independencia en la delegación Magdalena Contreras, así mismo los cuatro primeros edificios de la unidad profesional de Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional.Así, la generación de electricidad, hasta entonces controlada por empresas extranjeras como The Mexican Light and Power Co., pasa a manos del gobierno.Durante su sexenio la economía estuvo en auge gracias al secretario de hacienda Antonio Ortiz Mena (1958-1970).Durante este modelo México mostró una estabilidad económica, una baja inflación y crecimiento de las ciudades.El campo se hizo dependiente de los subsidios oficiales y no alcanzó a industrializarse (hubo un déficit social).El gobierno les daría el apoyo necesario, incluyendo todo tipo de subsidios, para que así fuese.El gobierno hizo lo posible para que la estabilidad política y el crecimiento económico se apoyaran mutuamente.Así como se pedía a todo agente individual poner de su parte para lograr la meta común y mantener la estabilidad social, todo movimiento que atentara con el clima de paz impuesto por el Estado era silenciado.La respuesta del Poder Ejecutivo sería: “Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados; pero todo tiene su límite y no podemos permitir ya que siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo”.[6]​ La crítica más grande del desarrollo estabilizador fue que empeoró la distribución del ingreso y nunca logró que los beneficios de un mayor crecimiento económico llegaran a las clases más necesitadas.El desarrollo estabilizador es la continuación de una política proteccionista y de gran intervención del Estado como agente económico en la promoción del sector industrial, iniciada en los años posteriores a la Revolución mexicana y a la Segunda Guerra Mundial.[9]​ En resumen, la estrategia, es decir la dirección y metas de política se orientaron a atacar la brecha ahorro inversión, y se aceptó como dada la brecha comercial, apoyándose en el capital extranjero para financiar dicho equilibrio.Esto implica que el crecimiento se había logrado en gran medida, sin embargo, no significó así la erradicación de la pobreza ni la desigualdad.Se dio un proceso de desarrollo con un sesgo urbano y desinterés hacia la disparidad en el ingreso.