Los muñones del cañón se apoyaban en gualderas de madera montadas sobre este carro.
En el siglo XVI, las fuerzas navales inglesas usaban cureñas de dos ruedas.
A partir del siglo XVII España adoptó la cureña naval de cuatro ruedas.
Las guarderas tienen en cada frente exterior de sus ángulos una especie de cascabel que sobresale lo suficiente para que los artilleros embarren el espeque y puedan mover el mortero fácilmente.
Eran lo bastante gruesas para resistir el ímpetu de la pieza: en ambos lados tenían una mortaja para recibir los muñones y las sobremuñoneras para sujetarlos.