“Por otro lado, Europa vive un momento tenso, situándonos ante el último periodo del colapso del concierto europeo que arranca con la redistribución colonial y culmina con la Gran Guerra.”[1] Tras la crisis de Fachoda en 1898, existía una gran fricción entre el Imperio británico y la Tercera República francesa hasta el ascenso de Delcassé, quien promulga un acercamiento a los ingleses, los cuales, a su vez, vieron su hegemonía puesta en entredicho con la alianza franco-rusa.
Por su parte, Inglaterra, intentará velar por sus intereses en el estrecho manteniendo una rivalidad con Francia, pero sin olvidar las condiciones y factores que hemos mencionado anteriormente.
Además, Inglaterra había apoyado a Estados Unidos durante su guerra contra España, por lo tanto las relaciones diplomáticas se llevaron un duro revés.
A medida que las posturas inglesas y francesas se van acercando, con ciertas fricciones aun, España buscará moverse entre los entresijos de ambas para lograr sus objetivos.
En cuanto a las negociaciones, España sabía que al contar los franceses con la complicidad inglesa pocas reclamaciones podrían hacer.
Ambas partes quedaron satisfechas, pues los pactos producidos respetaron la importancia del Estrecho para los ingleses, al mismo tiempo que Francia imponía sus deseos sobre Marruecos.
Además, las acciones emprendidas por España deberían ser consultadas al gobierno francés durante un periodo de 15 años.