Al año siguiente participó en una protesta delante de una fábrica, donde se le arrestó junto con su compañero por llevar un arma oculta.[2] Cuándo empezó la Guerra civil en julio de 1936, Pérez Collado ya tenía acceso a armas y estaba preparada para dirigirse al frente.Como miembro de un grupo anarquista que se preparaba para lo que consideraban una revuelta militar inevitable, se entrenó con armas en previsión del conflicto.Posteriormente, entró en un grupo que ocupó un convento.También ayudó a crear barricadas en su barrio de Barcelona.Junto con otros anarquistas, montó en la parte posterior de una camioneta cubierta con un colchón y cuatro armas entre ellos.Fueron al Cuartel de Pedralbes, lucharon allí y consiguieron un pequeño arsenal.El fragmento de metal alojado en su pierna se quedaría en su cuerpo durante varios años.[2] En septiembre de 1942, Pérez Collado regresó a Barcelona, donde perdió la custodia de su hijo, porque el Estado determinó que no le proporcionaba los cuidados adecuados.Encontró trabajo como empleada doméstica con una familia judía, que le ayudó a recuperar la custodia de su hijo al demostrar que tenía suficiente dinero para criarlo.[9] Artículo principal: Fondo oral Mujeres del 36 El testimonio oral de Pérez Collado fue recogido, junto con el de ocho mujeres más, por la historiadora Mercedes Vilanova y la antropóloga Mercedes Fernández Martorell.Los miembros del colectivo que crearon una biblioteca en el centro social del movimiento okupa local l'Entrebanc tras la muerte de Pérez Collado decidieron llamar al proyecto Biblioteca Social Conxa Pérez como un tributo a su vida.[6] Su testimonio forma parte del libro Nosotras que perdimos la paz, (2005) de Llum Quiñonero.