[1] En 1925 Edward Sapir escribió sobre el idioma sutiaba un artículo basado en el análisis de la evidencia disponible.
Oltrogge [1977] propuso una relación del subtiava con el jicaque-tol y el tequistlateco, aunque la evidencia de la relación jicaque-tol-tequistlateco es sólida, la evidencia en favor del parentesco con el subtiava es débil.
[2] Sin embargo, los trabajos comparativos que presentaron mejor evidencia del parentesco son los de Rensch [1976, 1977] y Suárez [1977] que independientemente encontraron evidencia en favor de la relación del subtiava con el tlapaneco y otras lenguas otomangueanas.
La etimología de la palabra Sutiaba, según algunos estudiosos nicaragüenses como Alfonso Valle Candia, Fernando Silva Espinoza y Jorge Eduardo Arellano, debe escribirse con la grafía "Sutiava" con ("v") porque originalmente se escribió "Sutiaua" con (u).
[3] Los estudios hechos por Severo Sini,[4] Mario Rizo[5] y Rosalpina Vásquez[6] confirman el uso de la escritura moderna consignada en "Sutiaba" por parecerles que esta fue usada en los Títulos Reales que son custodiados por el pueblo indígena.
También, existe la figura del llamado "Cacique Mayor de Sutiava" o "Taá-mbá".
El más reciente es el Cementerio Guasimal administrado por una directiva de Laborío-Guadalupe, aunque pertenece a Sutiava.
Libro IV" se refirió a estos indígenas como: Durante la Colonia, a Sutiaba le fue impuesto un proceso histórico que abarcó tres etapas:[10] 1.- Como "pueblo encomendero" de León desde 1524 hasta 1583.
[11] La "calle La Ronda" (ahora calle Rubén Darío), que iba desde La Providencia hasta los límites sur de Sutiaba, ha fijado desde 1610 el límite entre el Sutiaba indígena y el León colonial.
A un lado de esta calle, se erige el "Monumento al Cacique Adiac".
Es un legado con ribetes de leyenda que representa la resistencia y la valentía del pueblo Sutiaba contra los colonos españoles.
Una tradición oral relata una leyenda publicada en 1923 por el diplomático y escritor Joaquín Macías Sarria en el periódico “El Centroamericano” (posiblemente inspirada en un suceso ocurrido en 1541 a una mujer indígena llamada Sochel y un cacique llamado Çital, en el poblado de Çigüina, antiguo nombre del río Viejo, un afluente del lago Xolotlán).