Esta compañía comercial es la mejor expresión de una sociedad privilegiada por acciones del Siglo XVIII hispánico.
[4] La antigua sede de la Compañía en Venezuela, un edificio con techo a dos aguas con un pequeño patio interno, típico ejemplo arquitectónico del País Vasco, es en la actualidad un museo.
El contrabando neerlandés llegó a superar el comercio colonial del tabaco con España, por lo que la Corona Española construyó dos fuertes junto al Orinoco para combatirlo, ya en el siglo XVIII.
A la compañía se debió la colonización de Cumaná y varios ensayos pesqueros.
El vínculo entre Venezuela y Pasajes-San Sebastián se mantuvo hasta finales del siglo XVIII.
Para evitar la resistencia que sus gobernadores y oficiales reales habían presentado a las compañías anteriormente fundadas, la puso bajo su protección y despachó instrucciones a todos los funcionarios de las Indias para que no entorpecieran sus labores, por el contrario, le ofrecieran toda clase de facilidades.
La llegada de la Compañía causó una reacción desfavorable, ya que para tal decisión no se había tomado en cuenta al cabildo local.
Además, las acciones de la Compañía encontraron oposición en los hacendados y pequeños propietarios venezolanos, quienes consideraban que la Guipuzcoana lesionaba sus intereses.
En 1752 fue apresado finalmente por el teniente general Felipe Ricardos mientras que entre los detenidos, el isleño Andrés Rodríguez Betancourt fue pasado por las armas; el mulato Juan Muchingo y el zambo Raimundo Romero ahorcados.
Teniendo de su parte a los nobles terratenientes que ahora eran accionistas suyos, la Guipuzcoana no tuvo ya más problemas serios.
No obstante, redujo los derechos de monopolio de las demás compañías del imperio, cuando comenzó a crecer y participar con otros monopolios españoles, lo que dio lugar a problemas sobre competencias con los que operaban con productos similares con América.
El Rey tuvo una considerable participación en el negocio, pues recibió de los empresarios 200.000 pesos en acciones.
En 1735 la Real Compañía Guipuzcoana establece una tutela sobre la declinante producción armera española que para ese entonces era superada por Inglaterra y Francia.
Entre los miembros estarían los reformistas más importantes de la época, como Foronda, Villahermosa, Olavide, Azara, Meléndez Valdés, Samaniego y notorios científicos extranjeros.
Establecieron una importante biblioteca, en la que figuraban las obras más importantes, y crearon el Seminario de Vergara, donde se enseñaban algunas materias clásicas junto a las nuevas como lenguas vivas, geografía, ciencias experimentales, matemáticas, técnicas, etc.