Emigró a Venezuela en la primera mitad del siglo XVIII fijando su residencia en Caracas, en la zona de la plaza La Candelaria, donde vivió con su esposa Lucía García y tuvo una descendencia de 14 hijos,[1] dedicándose a la agricultura del cacao.
Secundado por la población, encabezó una marcha sobre Caracas, donde obtuvo el apoyo del Cabildo provocando la huida de Echeverría.
El gobernador Castellanos prometió enviar las quejas a España, pero la Compañía no se disolvió.
Sin embargo, se mantuvo el nefasto padrón en La Candelaria, que no fue demolido sino luego de declarada la independencia de España en 1811, siendo posteriormente sus terrenos devueltos a los descendientes y su memoria exaltada, en homenaje a su lucha reivindicatoria por una sociedad más justa.
En la actualidad una placa ubicada al frente de lo que era su casa, honra su memoria en Caracas.