Se dice que su forma tiene origen en la época de las cruzadas, cuando los caballeros llevaban pequeñas cruces con la parte inferior afilada para clavarlas en el suelo y realizar sus devociones diarias.Entre 1157 y 1230, la dinastía real se dividió en dos ramas opuestas, por lo que la rivalidad tiende a oscurecer los inicios de la Orden.Con los años se fueron erigiendo muchos hospitales para albergar a los peregrinos, desde los Pirineos hasta la citada ciudad de Compostela.[11] El nombre definitivo de la Orden tiene su fundamento en la devoción que durante los siglos medievales se tuvo en España al apóstol Santiago.Es natural que los caballeros se encomendasen de un modo especial al patrocinio de Santiago al entrar en batalla, y es lógico que creyeran sentir en muchas ocasiones la protección celestial gracias a la intervención favorable del apóstol.De ahí surgió un largo conflicto que solo terminó cuando, en 1230, Fernando III el Santo, unió ambas coronas.La bandera de Santiago, que el arzobispo les había entregado en Compostela, ondeó por vez primera en la torre del homenaje.La Orden recibió su primer artículo[12] en 1171 del cardenal Jacinto —más tarde papa Celestino III— y en 1175 la bula papal de Alejandro III.[8] Los caballeros santiaguistas estuvieron presentes en todas las acciones guerreras de la Reconquista y sus territorios se extendieron principalmente por La Mancha.En España, estos bienes incluían 83 encomiendas, de las cuales tres fueron reservadas a los grandes comendadores, dos ciudades, 178 condados y aldeas, 200 parroquias, cinco hospitales, cinco conventos y la Universidad de Salamanca.A la muerte del anterior maestre en 1203, fue elegido en Uclés y solo vivió dos años más.[15] En tiempos del tercer maestre, Sancho Fernández de Lemos, los almohades comandados por el califa Abu Yaqub Yúsuf al-Mansur (Yúsuf II), vencedor en la batalla de Alarcos en 1195 frente a Alfonso VIII y donde encontraron la muerte diecinueve santiaguistas, realizaron una ofensiva general por tierras de Castilla, llegando hasta Uclés dos años más tarde.Durante dicho sitio, 270 caballeros dirigidos por su maestre se internaron demasiado en la sierra y al llegar la noche sin haber logrado la derrota completa de los enemigos, se les apareció la Virgen María, a la que pidieron que detuviese el curso del sol pronunciando la deprecación: «Santa María, detén tu día».Pérez Correa fue sucedido por Gonzalo Ruiz Girón, quien murió a causa de las heridas recibidas en Alcaudete en 1280.[16] Los monarcas castellano-leoneses concedieron privilegios a la Orden que permitieron repoblar extensas regiones de Andalucía y Murcia.[21] En sus comienzos, el ingreso en la Orden no fue dificultoso, pero a partir de mediados del siglo xiii cada vez fue más complicado.Los caballeros santiaguistas, con licencia del maestre, podían contraer matrimonio y vivir con sus esposas e hijos en los conventos de la Orden.En ellos se podían alojar las mujeres y familiares de los freires, cuando estos iban a la guerra o morían.Las freiras solo profesaban castidad conyugal, pero no perpetua, por ello podían salirse del convento y casarse.En la bula de confirmación de la Orden, expedida por el papa Alejandro III en 1175, se estableció que hubiese trece «freires», a cuyo cargo estaría la elección del maestre y el ayudarle con su consejo.Su nombramiento era vitalicio, pero se advierten frecuentes renuncias debido a que el cargo conllevaba gran dedicación y responsabilidad por la frecuencia con que se convocaban los capítulos y la obligación de asistir en sus funciones rectoras al maestre.Por lo común, quienes habían sido «enmiendas» en el capítulo eran elegidos Treces en propiedad a medida que se producían vacantes.Sin embargo, siempre ha estado en vigor la facultad de deponer al maestre, junto con el prior, si se juzgase inútil o dañino.Este acto se llevaba cabo en una ceremonia pública, dejando entrar al pueblo para que presenciara el capítulo, y en ella el maestre daba las gracias por la restitución de las insignias de su jerarquía.Por último —desde 1794 hasta 1844— hubo priores perpetuos, nombrados por la Corona al igual que los obispos.Los priores, en virtud de las concesiones papales, usaban roquete, mitra y demás insignias pontificales.También existían trece vicarías con jurisdicción espiritual y, por último, se nombraban cuatro caballeros para visitar las cuatro provincias de Castilla la Nueva, León, Castilla la Vieja y Aragón, cuyas facultades se extendían no solo a los demás caballeros, sino a cuantos poseían beneficios en territorio de la Orden.Desde el siglo xiv la elección del maestre recayó en un personaje de la familia real o próximo a la corte.[9] Más adelante, Carlos I y Felipe II dieron a la Orden de Santiago la forma que posee en la actualidad: compuesta por un presidente, ocho ministros togados, un fiscal, un secretario, un contador general, un alguacil mayor y un tesorero, con cuatro procuradores generales y cuatro fiscales, correspondientes a cada una de las cuatro órdenes militares de España.Cada encomienda debía sostener con sus rentas no solo al comendador y a los otros caballeros residentes en ella, sino que también debían pagar y armar a un determinado número de lanzas, que debían acudir a los llamamientos de su maestre perfectamente equipados para tomar parte en aquellas acciones militares que quisiera emprender.