La insurrección se extendió rápidamente por los pueblos de la Banda Oriental, y fue enérgicamente apoyada por el gobierno porteño: la ayuda consistió en enviar a Artigas y al capitán José Rondeau en apoyo de los revolucionarios, y posteriormente a las fuerzas con las que el general Manuel Belgrano había realizado la fracasada Expedición Libertadora al Paraguay.
Artigas atacó las casas de las afueras del pueblo, en que los soldados enemigos se habían parapetado, y los obligó a retirarse hacia la plaza central.
El virrey Elío intentaría rechazar la convergencia de las tropas independentistas sobre Montevideo enviando un poderoso ejército, aprovechando que Belgrano había sido separado del mando.
Tras esa nueva victoria, la ciudad de Montevideo fue sometida a un estricto sitio.
Una placa de bronce, colocada en ese lugar en el año 1891, cumplió la resolución ordenada 80 años antes.