Desembarco y combate de Pisagua

La ocupación de Pisagua y el posterior desembarco del grueso de las fuerzas chilenas en la región posicionaron al ejército chileno entre las fuerzas aliadas que defendían Iquique y las que estaban acantonadas en Arica.

Durante seis meses la escuadra peruana había impedido el transporte seguro en el mar.

[6]​: 267 Ambos ejércitos habían logrado durante la campaña naval movilizar fuerzas hacia Arica e Iquique, los aliados y Antofagasta, los chilenos.

Sin embargo la falta de municiones impidió ordenar el desembarco antes, como lo hubiera deseado la opinión pública y el gobierno.

Al llegar a Pisagua, el blindado Cochrane, al mando del comandante Juan José Latorre, y la corbeta O’Higgins a cargo del capitán Jorge Montt atacaron el fuerte sur, mientras que al fuerte norte lo atacaron la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga.

El fuerte sur mantuvo sus fuegos durante un tiempo mayor, pero fue finalmente inutilizado por la artillería naval chilena.

[10]​ Los peruanos se replegaron ordenadamente, pero los bolivianos no pudieron retroceder de igual forma.

Pese a la defensa, la infantería chilena logró tomar las trincheras peruanas y penetrar hacia el interior antes de ser desalojados en la primera oleada fallida.

Las embarcaciones chilenas, entre tanto, regresaron a las naves en busca de una segunda oleada.

El ascenso chileno hacia posiciones más favorables fue muy difícil, dadas las condiciones del terreno y la defensa de los aliados.

Las bajas chilenas fueron inhumadas en un cementerio al 5 km al norte de Pisagua; mientras que las bajas aliadas fueron superficialmente sacadas fuera del pueblo a merced de carroñeros o enterradas superficialmente.

Esquema del desembarco.
Grabado de 1912 que muestra las chalanas chilenas que esperan para desembarcar.