Bajo esta denominación genérica se engloban los climas del norte y noroeste peninsular.
Tienen en común el hallarse bajo los efectos del mismo océano, pero la diferente [latitud] y la presencia del [Relieve terrestre|relieve] en las inmediaciones de la costa originan contrastes térmicos y pluviométricos notables.
Se extiende por la cornisa cantábrica y la costa gallega, con una penetración hacia el interior que apenas supera los 100 km.
Las heladas son poco frecuentes en esta franja costera (menos de 10 días al año).
La primera, abierta tanto a las advecciones del norte como a las del noroeste, es algo más fresca que la segunda y su cielo aparece cubierto de nubes con mayor frecuencia.
Las semejanzas con el clima anterior no son muchas y se reducen a que también en este caso la presencia del mar es determinante.
Cuando se traspasan las cumbres cantábricas hacia la vertiente sur (sotavento), las lluvias descienden por debajo de los 600 mm, se eleva algún grado la temperatura media del mes más cálido y aumenta la amplitud térmica con respecto a la costa.
El clima oceánico de transición, que también equivale a un continental suavizado, se extiende hacia el interior como una franja paralela del oceánico húmedo y del subtropical.
La penetración de los vientos atlánticos se realiza sin dificultad alguna, lo que conlleva unas precipitaciones en tomo a los 700 mm y de carácter invernal, característica ésta que lo asemeja con el anterior.
Las diferencias estriban en que el ámbito sureño es 2 - 3° de media anual más cálido y sufre cuatro meses de sequía frente a uno, y no siempre, en la zona norte.