El chipileño se suma a otras lenguas alóctonas mexicanas que carecen de estatus oficial, tales como el plódich, el romanés, el euskera, el gallego y el catalán, entre otras no reconocidas que son habladas por unos 6.7 millones de mexicanos.
La lingüista estadounidense Carolyn MacKay escribió Cipilo y cipilegno al proponer una escritura para el dialecto véneto que se habla en esta localidad teniendo una fuerte influencia de la lengua italiana al intentar italianizar un topónimo del náhuatl.
Las vocales en AFI son las siguientes:[5] Además, ya no existe la oposición entre /b/ y /v/ entre las generaciones de hablantes más jóvenes por influencia del español.
Estos son: mí 'yo', tí 'tú (informal)', vú 'tú (formal)', lú 'él', éla 'ella', nuatri 'nosotros', nuatre 'nosotras', vuatri 'ustedes (masculino)', vuatre 'ustedes (femenino)', luri 'ellos' y ele 'ellas'.
[8] Su sistema propuesto, basado enteramente en el alfabeto italiano, se publicó en un libro titulado Il dialetto Veneto di Segusino e Chipilo.
Este sistema ha sido utilizado en algunas publicaciones hechas por chipileños, pero no ha recibido una gran aceptación, debido a las diferencias notables entre el véneto y los fonemas italianos.
[9][10][11] A continuación, se reproduce una lista de cognados de varias lenguas romances relacionadas con el dialecto chipileño a diferentes grupos que permiten reconocer los parentescos más cercanos y la evolución fonológica: La novela Al prim (El primero), escrita por Eduardo Montagner Anguiano, es el primer libro en prosa escrito en véneto chipileño.