[5] Hetman Koniecpolski escribió en sus memorias que quería tener un lugar para relajarse, pero la ubicación del castillo lo hacía imposible.
[6] Cinco años más tarde, Jakub Sobieski, que regresaba de la campaña contra los turcos otomanos en Kamieniec Podolski, recibió en el castillo a sus padres, el rey Juan III Sobieski y su esposa francesa María Casimira Luisa.
[7] Wacław Rzewuski estaba profundamente interesado en todo lo relacionado con el rey Juan III Sobieski.
[8] Durante la Primera Guerra Mundial, el castillo fue capturado por los rusos, que no lo destruyeron, pero saquearon la mayoría de sus objetos preciosos.
Afortunadamente, el general Alekséi Brusílov decidió salvar el complejo pero, sin embargo, fue saqueada nuevamente por los rusos.
En la guerra polaco-soviética el castillo volvió a sufrir daños y, tras el conflicto, pasó a formar parte del voivodato de Tarnópol (Segunda República Polaca), perteneciente al príncipe Román Sanguszko, que fue el último propietario polaco del castillo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades soviéticas abrieron un sanatorio para tuberculosos en el castillo.
El castillo, a pesar de todos los daños sufridos durante el régimen soviético, siempre ha sido un objeto arquitectónico interesante y atractivo.
[9][12] Cuando Ucrania recuperó su independencia de la Unión Soviética, se planeó restaurar el castillo y convertirlo en residencia presidencial.
[15][16] Su parte occidental sirvió como residencia oficial para los invitados; el ala este era privada, reservada para el propietario y los sirvientes.
[17][1] También había una granja, un zoológico privado, viñedos, un colmenar, un estanque de truchas y un molino.
Estas habitaciones recogían los nombres por el color de alguna moldura o por lo que se guardaba en ellas.
Entre los elegantes muebles se encontraban numerosos ejemplares del botín de Estanislao Koniecpolski durante las guerras con los turcos y los tártaros, principalmente alfombras persas y tiendas de campaña turcas.