Caso Padilla

El carácter acalorado de estos debates exigió la intervención del propio Fidel Castro, quien luego, en este discurso, esbozó la política cultural del gobierno: habrá tolerancia hacia todas las formas de expresión artística, siempre que haya un apoyo básico a la Revolución cubana.

[3]​ Heberto Padilla se sintió frustrado por la interferencia del gobierno en los asuntos culturales.

La tolerancia condicional de la literatura cubana requirió algo más que un apoyo básico a la Revolución.

"Un arma contra las debilidades y los problemas que, directa o indirectamente, puedan obstaculizar este avance".

[3]​ Según relatos cubanos, Heberto Padilla generó controversia en un intento de atraer la atención extranjera hacia su obra.

Según Lisandro Otero, Padilla vio este escándalo como una oportunidad para recibir atención extranjera.

[1]​ Varios intelectuales han señalado que la «autocrítica» de Heberto Padilla era en realidad un discurso sin fundamento alguno.

[12]​ Las críticas internacionales llevaron a una mayor polarización cultural dentro de Cuba, ya que el gobierno vio la reacción como una conspiración extranjera.

[7]​ Tras el Caso Padilla, la intransigencia más severa se institucionalizó durante el llamado Quinquenio gris.