Carlo Maria Curci

Su carácter fogoso le causó varios traslados y enfrentamientos a lo largo de su vida profesional.Relegada la teología controversista, la Sagrada Escritura y el tomismo debían constituir el núcleo doctrinal de la reforma.Anticipó opiniones y prácticas, que más tarde se generalizaron, sobre todo desde el Concilio Vaticano II.Según Curci, un nuevo cristianismo surgiría en las Américas y Asia, mientras la misma Roma sería abandonada por los papas, que sólo conservarían de ella el título episcopal.Por esto, aunque estimulado inicialmente por lo que veía en Italia, presentó una perspectiva universal y, con auténtica intuición precursora, arribó a soluciones válidas para toda la Iglesia.