Entre los años 1709 y 1710 construyó, junto a Domingo Lemico y Juan Prieto, el mausoleo del cardenal Salazar, diseñado por Francisco Hurtado a imitación de los sepulcros papales de Bernini en la basílica de San Pedro del Vaticano, empleando mármol blanco para las figuras y mármol negro para la parte arquitectónica.
[1] En 1713 se realizaron los tres grandes lienzos que decoran la capilla con el martirio de los santos Acisclo y Victoria, la aparición del arcángel Rafael al padre Roelas y la entrega de Córdoba a Fernando III en 1236, todas obras del cordobés Antonio Palomino.
En alzado presenta grandes pilastras, intensamente ornamentadas con yeserías, que sostienen ocho arcos de medio punto.
Además de la gran portada principal, hay dos pequeñas puertas realizadas en mármol; la situada a la izquierda comunica con una habitación rectangular, que se halla a su vez dividida en dos espacios por medio de una portada manierista realizada a comienzos del siglo XVII, en la que se encuentra expuesto de forma permanente el Tesoro de la Mezquita-Catedral.
La puerta del lado derecho permite el acceso a la cripta.
Junto a la puerta de entrada, en el lado derecho, puede admirarse el sepulcro del cardenal Salazar.
La estatua orante del cardenal se halla bajo un dosel sostenido por querubines.
Los restantes fueron realizados por el italiano Juan Pompeyo en 1713 y en ellos hay lienzos que muestran a San Eulogio, la aparición de la Virgen a San Fernando, la transverberación de Santa Teresa, el martirio de San Zoilo y la Inmaculada Concepción.