[3] Aunque en su origen fueron prendas masculinas, evolucionaron en diversos tipos de pantalón o calzón largo para ambos sexos.
[b][4] Han llegado a generar modelos de leotardos, polainas («leggings»), pololos, y ‘pantis’, con desarrollo específico en actividades atléticas.
[1] Otro de los precedentes más antiguos eran las calzas redondas o con cola («acabadas en punta a un lado») que Boucher describe como dos piezas separadas; no así las calzas con trabillas o «de fondo plano», que se sujetaban por debajo del pie con una simple tira.
[11] Las modas producirán prendas modificadas como la trusa, los gregüescos y el calzón,[1] que crearon a su vez nuevas variedades más o menos específicas.
Entre ellas: En un estudio ejemplar sobre la indumentaria española en la época de los Austrias, Herrero García diferencia hasta 16 tipos de calzas:[18] A estas, históricas,[20] se podrían añadir otras prendas derivadas que han sobrevivido y comercializado, como el leotardo, las polainas (los muy diversos «leggings»), el pololo, e incluso los ‘pantis’ o pantimedias.