Bula de la Santa Cruzada

Siempre con carácter voluntario, la bula siguió otorgándose hasta 1966 tras el Concilio Vaticano II, aunque su producto se destinaba solo a las necesidades de la Iglesia.

Estos llevaban libros especiales para contabilizar los recursos, provenientes de la Bula, generando unas series muy voluminosas en los Archivos Capitulares.

En 1197, Celestino III expidió Cum auctores et factores, la primera bula concedida a Portugal, garantizando indulgencias a todos los que lucharan contra el excomulgado Alfonso IX de León por sus alianzas con el Imperio almohade.

Clemente IV otorgó en 1265 una bula general para las coronas de Aragón y Castilla cuando se unieron en su expedición contra Murcia.

[1]​ Las limosnas aportadas por los fieles en respuesta a esta bula, al principio se utilizaron exclusivamente para las guerras contra los musulmanes, aunque más tarde también tenían como objetivo la construcción y reparación de iglesias y otras obras pías; a veces incluso se usaban para sufragar los gastos del Estado.

[3]​ La primera bula de carne a nivel estatal fue entregada por el papa Julio II a los Reyes Católicos en 1509 para que los españoles comieran carne, huevos y lácteos en días prohibidos.

Un antiguo cepillo en el monasterio de Pombeiro , Portugal , para la Bula de la Santa Cruzada.