Tal ocurrió en Burgos, por ejemplo, a cuyo corregidor el monarca dirigió el 13 de junio una cédula para que hiciese entrega del poder a los diputados según la manera expresada.
[2][3] Finalmente, expidió el 1 de julio cédulas reales a las ciudades de Toledo, Guadalajara, Madrid, Segovia, Murcia, Valladolid, Soria, Jaén, Salamanca, Cuenca, Sevilla, Granada, Zamora, León y Ávila para explicarles que su intención no era perjudicar sus derechos ni privilegios y que la cláusula de insolidum había sido escrita por descuido del secretario y por tanto les eximía de cumplirla.
Asimismo, prometió responder las peticiones generales y particulares en un plazo de veinte días.
Sobre esta postura insistieron los días 15 y 16, cediendo únicamente Guadalajara, pero Carlos se opuso debido a que atentaba contra la tradición.
Él y otros historiadores, como Conrado Habler también han advertido en estas Cortes un éxito «posrevolucionario» de los antiguos rebeldes.