Cortes de Santiago y La Coruña

A finales de 1519 el joven Carlos I fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Unos meses después, en febrero de 1520, convocó las Cortes con el fin de obtener un cuantioso servicio que le permitiese sufragar su viaje hacia tierras germanas y reembolsar los préstamos que había utilizado para ganar la elección imperial.

En La Coruña, finalmente, las Cortes fueron cediendo sobre la cuestión de los impuestos hasta aprobarse el servicio por una gran mayoría.

La revuelta comunera se agravó, en la cual las Cortes de Santiago y La Coruña jugaron un papel muy importante como desencadenante directo del conflicto.

En cuanto a lo primero, Toledo introdujo una reivindicación que historiadores como Joseph Pérez han considerado de talante novedoso y revolucionario:[5]​ que durante la ausencia del monarca, los «pueblos» ejerciesen su derecho a gobernar.

[8]​ Todos creían que los procuradores no se reunirían sino en Burgos, aunque el rey nunca dio seguridades en ese sentido: Algunos rumores comenzaron entonces a circular.

Según uno de ellos, San Isidoro había profetizado la destrucción del reino el día en que las Cortes se reunieran en Galicia.

[13]​ Así, el 15 de febrero Betanzos elevó un memorial al rey para declararle su absoluta fidelidad y pedir que no diese crédito alguno a dicha ciudad, la cual, pretendiendo hablar en nombre de Galicia, se había alineado junto con Toledo.

[20]​ En este sentido se exigía a Carlos que aplazase el viaje al Imperio hasta haber contraído matrimonio y asegurado la sucesión del reino pues, de otro modo, se demandaría el retorno de su hermano Fernando a la península.

Al día siguiente, el monarca le escribió una carta para prevenirle que durante la elección de los diputados no estuviesen presentes miembros ajenos al concejo y para recordarle que el poder fuese dado según la minuta remitida anteriormente.

[29]​ El día 27 los representantes de catorce cuadrillas (parroquias), reunidos en asamblea general, se pronunciaron con toda claridad contra un nuevo servicio y volvieron a sugerir una reunión conjunta entre los regidores y representantes de la población.

Juan de Zúñiga opinó simplemente que se guardara la costumbre seguida hasta entonces.

[34]​ Las mismas trataron, además, que los diputados fuesen precisamente ciudadanos no privilegiados, pero fracasada esta tendencia, fueron designados el comendador García Ruiz de la Mota y el alcalde mayor Juan Pérez de Cartagena.

[41]​ El autor Máximo Diago Hernando ha considerado sospechosa la designación de los procuradores en Soria.

En la segunda cédula los conminaba a no enviar mensajeros aparte de los procuradores de Cortes ni a comunicarse con otras ciudades para ese fin y que obedeciesen todo lo que acordase el corregidor.

Ante las dudas, los regidores propusieron consultar al rey, pero el corregidor se opuso porque debía cumplir sin dilación el deseo del rey, que era que se eligiesen representantes de Cortes para Toledo.

Sin embargo, y pese a sus insistencias, ninguna de las dos delegaciones pudo conseguir una entrevista con el monarca, que en Valladolid, probablemente, prometió atenderlos en Tordesillas.

[61]​ A continuación se muestra una lista con los procuradores que eligieron las ciudades para su representación,[62]​[63]​ indicando entre paréntesis las mercedes en dinero que recibieron por parte del rey en las Cortes u otras observaciones:[64]​[65]​ Por Burgos Por Granada: Por Sevilla Por Murcia: Por Jaén Por Zamora: Por Ávila: Por Segovia: Por Cuenca: Por Valladolid: Por Toro: Por Soria: Por Guadalajara:[68]​ Por Madrid: Por Córdoba: Por León: Por Toledo (no asistieron a las Cortes): Por Salamanca (no asistieron a las Cortes): La Corte llegó a Santiago de Compostela el 26 de marzo y las Cortes se inauguraron el sábado 31 bajo la presidencia del Gran Canciller, Mercurino Gattinara, y del obispo de Badajoz, Pedro Ruiz de la Mota,[14]​ en la sala capitular del convento de San Francisco, extramuros de la ciudad.

Las Cortes terminaron reuniéndose entonces sin la asistencia de dos ciudades en la oposición: Salamanca y Toledo, que optó por no enviar sus procuradores porque rechazaba la concesión del servicio.

[77]​ A continuación, el obispo afirmó de forma solemne que la elección imperial constituía una gloria para España: Pero para hacer frente a sus responsabilidades y disponer efectivamente de la autoridad de la cual estaba investido, era necesario que el monarca partiese hacia el Imperio y recibiese allí la corona, personalmente, para luego regresar a la península en tres años cuanto menos.

Así, y además de los emperadores romanos Galba y Vespasiano, citó a Alfonso X, candidato al Sacro Imperio, y a Fernando el Católico, el cual se había puesto personalmente al frente de la conquista de Nápoles: Y llegó, así, a preguntarse si Castilla tendría derechos territoriales sobre Nápoles si los vasallos de Fernando no le hubiesen permitido a él ausentarse del reino.

En cuanto al servicio, declaró enfáticamente: Finalmente, aseguró que Burgos —y esperaba que también las demás ciudades—[76]​ le prestaría fidelidad al rey en todo momento, tanto si estuviese presente en Castilla como si no lo estuviese, pues así le correspondería a ella por ser «cabeza destos reynos».

Tras esta votación Gattinara dio por finalizada la sesión para dar cuenta a Carlos de lo resuelto en ella.

[63]​ Ese mismo día, el rey firmó una cédula desligando a algunos diputados del compromiso que los unía con sus ciudades, esperando así que quienes tuviesen una opinión personal favorable al servicio pudiesen votar, efectivamente, a favor de él.

[89]​ Los efectos de esta maniobra fueron confusos: León, Toro, Murcia, Zamora y Madrid respondieron que no contradecían el servicio, pero Córdoba, Valladolid y el diputado de Jaén Rodrigo Mexía dirigieron respuestas todavía más ambiguas.

[87]​ Visto esto, ese mismo 4 de abril las Cortes quedaron suspendidas hasta nuevo aviso, con el pretexto de ser Semana Santa y tener el rey que trasladarse a La Coruña.

[91]​ El mismo día en que estallaba la revuelta en Toledo, el consistorio de Zamora mandó al regidor Juan de Porras con dos cartas para los procuradores, en las cuales se les instaba a permanecer firme en su oposición.

[94]​ Aquellos, por su parte, agradecieron al rey y contestaron pidiendo la concesión de otras más.

Agradeció de parte del rey a las ciudades cuyas delegaciones habían concedido el servicio y les prometió recompensarlas tanto en particular como en general.

Posteriormente se haría referencia, en un documento redactado por los comuneros y dirigido al rey de Portugal para justificar su rebeldía, a los procedimientos que la Corte y Carlos llevaron a cabo para conseguir el servicio reclamado, citando prisiones, amenazas, corrupción etc, en unas Cortes que ellos denominan arrebatadas.

Carlos I en 1516, retratado por Bernard van Orley .
Fachada del convento de San Francisco, donde se celebraron las Cortes de 1520.
Retrato de Francisco de los Cobos, el primero de los procuradores de Granada que decidió consentir el impuesto.
El canciller Mercurino Gattinara, presidente de las Cortes de 1520.
Retrato de Adriano de Utrecht , cuya elección como regente de Castilla levantó a la oposición contra el monarca Carlos I.
Alcázar Real de Guadalajara , asaltado en 1520 por una multitud que demandaba el castigo de los procuradores.