[2][3] En esta primera etapa, las figuras geométricas son corrientes, al igual que los motivos derivados de la caligrafía cúfica.
[4] Las etiquetas con abreviaturas de la materia contenida en el albarelo se van haciendo más frecuentes con el paso de los siglos y los primeros dibujos esquemáticos ceden paso a elementos figurativos policromados más elaborados a lo largo del siglo XVI, apareciendo animales, retratos, escena históricas, alegorías y otros temas.
[2][5] Los albarelos solían realizarse en cerámica mayólica esmaltada con plomo y estaño hasta conseguir recipientes de color blanco sobre los que luego se pintaba, en un principio con tonos azules o verdes, obtenidos normalmente a partir de minerales de cobalto y cobre respectivamente.
Las decoraciones son menos profusas, primando un sentido práctico que llega a su culmen en el siglo XVIII.
Con posterioridad su uso comienza a decaer, siendo sustituido por otros recipientes, hasta que en el siglo XX los albarelos se convierten en piezas de coleccionismo.