A la entrada del Rey, como es costumbre, el órgano interpretó la marcha real.
Una vez finalizado el himno nacional, se colocaron el Rey y la Infanta en sus asientos en el Altar Mayor de la Catedral, dio comienzo la ceremonia.
Por parte de Don Jaime, fueron testigos: sus hermanos Amalio, Ana, Álvaro, Luis e Ignacio, Miguel Matossian, el Archiduque Simeón de Austria, Patricia Jessen, Alicia Chapa y Pedro Olabarría.
Una vez en la parroquia, el coro cantó en honor a los novios una Salve Rociera.
La capital sevillana se llenó de visitantes de todas partes del país que no quisieron perderse la primera boda real que se celebraba en España desde hacía 90 años.
Los miembros de las realezas asistentes al enlace se hospedaron en el Hotel Alfonso XIII.
[5][6] Para el banquete fue necesario instalar catorce cocinas provisionales en los Reales Alcázares y movilizar a unas 300 personas, además de varios camiones-horno.