[3] «Belle de nuit» en francés es una expresión eufemística para referirse a una prostituta en un lenguaje políticamente correcto.
[6] Séverine está casada con un médico a quien ama pero con el cual es incapaz de mantener relaciones íntimas.
Tiene pensamientos y fantasías eróticas, hasta que un día va a una casa de citas y comienza a trabajar allí durante las tardes al mismo tiempo que se mantiene casta en su matrimonio.
Está casada con un hombre (Jean Sorel) que es el arquetipo de la consumación individual, del éxito.
La rutina ha llegado a anular su ser, que desde la infancia ha sido castigado por el orden social, por la moral y por la religión.
Se puede apreciar cómo Buñuel pretende recrear un sentimiento de subversión.
En ese viaje de Severine, primero se sitúa la introducción en el mundo del burdel, con sus normas.
Ofrecimiento que no se debe interpretar como un sacrificio, pues ella misma lo desea en su interior más profundo tal y como aparece en una de las "secuencias" oníricas frecuentes en el filme.
Esta conjunción de las vidas paralelas provocará que Severine abandone el prostíbulo.
¿Qué ocurre cuando súbitamente el marido se levanta a por una bebida y Severine empieza a oír los caballos y el carruaje de la primera secuencia, aquella en la que imaginaba (o recordaba) ser violada?
¿Qué ocurre cuando ella sale al balcón y descubrimos que ya no están en la ciudad sino en una lujosa mansión campestre?.
Sin duda esta película mantiene algunas de las constantes más clásicas de la obra buñueliana como son la visión subversiva de la burguesía hasta mediados del siglo XX ( en este aspecto ciertos aspectos de este filme que resultaron revulsivos y hasta escandalosamente pornográficos en ese año del siglo anterior hoy están banalizados) ya que la cultura actual vigente impuesta a partir de la posmodernidad hace que tal filme pueda parecer algo común a partir del auge de la prostitución filmada que hoy es muy común para el consumo masivo y, lo que parece más importante: como el deseo esclavizado por medio del goce, mediante la generación de una necesidad, se convierte en el motor que esclaviza al individuo y somete a su voluntad.
Además, antes que destacar la realización llevada a cabo por el director en Belle de jour, hay que prestar atención a su trabajo con los actores, quienes tienen la expresividad justa, tendiendo en ocasiones al hieratismo.