En este ambiente se desarrolló artísticamente Sacha Vierny, que empezaría a dar sus primeros pasos trabajando para Alain Resnais como asistente del director de fotografía Ghislain Cloquet en el documental Nuit et Brouillard.
Juntos seguirían trabajando en la gran mayoría de las películas del director L´anée dernière au Marienbad, Muriel, La guerre est finie.
Su colaboración y entendimiento tras más de media docena de películas llegó a tal punto que, según declaraciones del propio Resnais, «nos conocíamos tan bien que sólo con verme mirar el visor y moverme arriba y abajo ya sabía qué lente iba a elegir.
Sin embargo, no sería hasta su primera colaboración con Peter Greenaway, en 1985, cuando de nuevo establecería una relación lo suficientemente estrecha con un director como para poder desarrollar plenamente su estética.
El último trabajo de Vierny fue en colaboración con la directora Sally Potter en The Man Who Cried.