Batalla de Pilar

Es especialmente conocida por la particular ferocidad con que el general vencedor, José Félix Aldao, ejecutó a los prisioneros enemigos después de la batalla, en venganza por la muerte de su hermano mientras negociaba con el jefe enemigo.

Los unitarios, por su parte, esperaban una oportunidad para volver al gobierno, con apoyo popular o no.

Con la intención de reponer al gobernador cordobés Bustos, el general riojano Facundo Quiroga invadió Córdoba y pidió ayuda a sus aliados para esa campaña.

El coronel Aldao se puso en marcha inmediatamente sobre su provincia natal, llamando también en su auxilio Quiroga y al general riojano José Benito Villafañe.

Mientras tanto, Aldao seguía avanzando lentamente hacia Mendoza, recibiendo en el camino refuerzos enviados desde San Juan, San Luis y La Rioja, al mando respectivamente de Martín Yanzón, José Ruiz Huidobro y Benito Villafañe, e incorporando también poderosas fuerzas de artillería.

La lucha no duró más de una hora, hasta que el campamento enemigo fue tomado por los federales.

Después de la batalla, los vencedores se lanzaron sobre la capital, que fue ocupada unas horas más tarde.