Gian Giacomo Trivulzio, Francesco Secco y los nobles franceses recomiendan que se inicien las operaciones cuanto antes.
Las fuerzas italianas conformadas principalmente por los ejércitos venecianos se encontraban al margen este del río Taro.
Los piqueros habían formado una línea individual o falange larga avanzaba cerca de la caballería.
El ataque de la caballería ligera italiana se vio comprometido por la condición del terreno pero a su vez la artillería francesa no fue lo efectiva que se esperaba gracias al lodazal en que se hundían las balas de artillería y las lluvias previas que habían mojado buena parte de la pólvora.
Fortebarccio fue repelido por los alabarderos Suizos y el centro francés no se vio presionado como se esperaba gracias al inusual nivel del río Taro cuya crecida por las recientes lluvias impedía las acciones previstas en el plan de Gonzaga.
El número de las reservas tuvo cierto impacto psicológico en las fuerzas italianas y la retaguardia francesa inició la retirada.
Los proveedores, el noble Luigi Valarezo y el conde Niccolò di Pitigliano fueron claves manteniendo en línea a muchas de las fuerzas italianas.
Las fuerzas francesas inician su retirada hacia la colina pero les es imposible iniciar la persecución por encontrarse una buena parte de sus fuerzas comprometidas en diversas escaramuzas o en el saqueo del importante botín milanés (300.000 ducados al menos) Las bajas francesas ascendían a más o menos la mitad de las italianas pero la oficialidad italiana había sufrido importantes pérdidas en gran parte debido a que los ejércitos franceses no estaban interesados en prisioneros ni rehenes.