El tiro con arco montado a caballo se asocia típicamente con nómadas ecuestres de la estepa euroasiática.
Posteriormente con la introducción del caballo varias tribus nómadas de Oriente Medio se volvieron arqueros montados.
Tensar un arco requiere que el arquero realice un contrapeso hacia atrás con el brazo tensador, es decir, mantenerse firme.
La única amenaza para los arqueros a caballo eran las flechas, si bien podían alejarse del alcance de estas tras cada ataque.
En ambos casos, los arqueros a caballo resultaron determinantes en la victoria, al depender sus adversarios del contacto directo.