[8] Las tribus celtas de la zona se habían unido a Aníbal Barca y ahora tocaba reconquistar el territorio.
[9] Envió al legado Cayo Ampio con 2 legiones reclutadas rápidamente[8] y 4 cohortes propias a atacar territorio boyo desde Umbria.
[13] Durante la noche siguiente, sin nadie realmente al mando, los soldados acordaron retirarse dejando la mayoría del bagaje.
[14] Este último se dedicó a devastar los territorios de los boyos y los ligures ingaunios, logrando firmar un tratado con ellos.
[19] Esto corresponde con las estimaciones modernas de que por cada guerrero debía haber otras tres no combatientes.
[31] Estas urbes eran las únicas colonias que sobrevivieron a la segunda guerra púnica en el norte italiano.
[32] Las noticias del desastre les dio tiempo a los colonos romanos para cerrar las puertas, establecer guarniciones para proteger las murallas y enviar mensajes de ayuda al pretor[33] Lucio Furio Purpúreo, gobernador de la Cisalpina, quien había licenciado a su ejército por orden senatorial, salvo 5.000 aliados latinos.
[42] Luego, el pretor siguió mediante marchas forzadas hasta la asediada Cremona, acampando a una milla y media del enemigo.
Al día siguiente salieron en formación de batalla y los romanos no rechazaron el desafío.
[3] El pretor se quedó con los legados Cayo Letorio y Publio Titinio, con cuya ayuda[48] planeaba vigilar toda la batalla.