Al año siguiente, acude en la ayuda de Blaye, ciudad tomada por los católicos y que estaba siendo asediada duramente.
Al llegar al puerto, avistó 6 buques ingleses y los embistió, hundiendo la nave capitana mandada por el almirante Wilkenson, y provocando un incendio a la nave almiranta del vicealmirane Brailford, que también se hundió con todos sus tripulantes.
Posteriormente una nueva flota enemiga lo encontró y se produjo un duro cañoneo.
Pero un temporal hizo encallar buques (tanto propios como enemigos) y dispersar otros.
Finalmente, logró retirarse con toda su flota con la marea alta y emprendió el viaje de regreso a Pasajes.