En 1603, España e Inglaterra llevaban casi veinte años en guerra, con enormes pérdidas para ambos países.
Un levantamiento católico en Irlanda, apoyado ocasionalmente por España, desangraba Inglaterra de hombres, dinero y moral.
Añadido a esto, los esfuerzos españoles para defender la Flota de Indias habían resultado exitosos.
A cambio, España concedía facilidades al comercio inglés en las Indias españolas.
La delegación inglesa estuvo compuesta por: Los españoles negociaron con dos delegaciones, una representando al rey de España, la otra a los archiduques Alberto e Isabel, cosoberanos de los Países Bajos Españoles.