[2] Se encuentra en el lugar donde el rey Fernando el Católico tenía su campamento durante el asedio y toma de la ciudad en 1487, hasta ese momento puerto clave del reino nazarí de Granada.
Entregada a la ciudad la imagen de la Virgen del oratorio del rey como Patrona (a la imagen se le atribuía una intervención tan milagrosa como decisiva), se edificó en el mismo lugar del campamento una ermita custodiada por el ermitaño Bartolomé de Coloma.
Es bastante desconocido a pesar de que su valor arquitectónico y escultórico es incuestionable.
Las columnas expresan la relación entre lo terrenal y lo divino, llevando al difunto hasta el Paraíso.
Los nichos se encuentran separados por pilastras, con figuras adosadas destacando entre ellas la muerte en todas sus manifestaciones artísticas: esqueletos, calaveras y huesos.
Este tipo de sepulcros contribuyen a resaltar el contraste vida-muerte y ofrecen un paralelo con los sepulcros franceses en los que se representa la persona viva y muerta, entendiéndose como símbolo de destrucción y muerte del cuerpo frente a la salvación del alma.