El asalto a Brécourt Manor fue una de las acciones más valiosas acometida el Día D por soldados norteamericanos.
El soldado Hall, de la Compañía A, quien había estado junto al teniente Winters desde que ambos aterrizaron en Normandía, se unió al grupo, puesto que aún no había encontrado a su unidad.
Cuando los soldados de la Compañía Easy llegaron al lugar del asalto, el sargento Lipton y el teniente Winters avistaron los cañones, rodeados por una serie de trincheras para su mejor defensa, y se decidió la táctica.
Los paracaidistas estadounidenses no sufrieron bajas en el asalto, tan solo un herido: el soldado Wynn fue alcanzado en un glúteo, aunque pudo volver al puesto de mando por sí mismo arrastrándose por la hierba para no volver a ser alcanzado por el fuego enemigo; el soldado Wynn no paraba de repetir al teniente Winters que sentía haberle fallado, cosa que el teniente nunca olvidó.
Mientras cruzaban de trinchera en trinchera, el teniente Winters encontró unos planos, que resultaron ser los mapas con las posiciones de los cañones alemanes por toda Normandía, y que remitió a la inteligencia estadounidense al finalizar el asalto.
Según cuentan algunos soldados de la Easy, como Donald Malarkey quien fue testigo presencial, el teniente Speirs quedó solo en el asalto del último cañón, pues los alemanes abatieron a todos sus hombres.