Generalmente se presentan entrada la tarde, antes de la caída de la noche, volando casi a ras del agua, descargan sus bombas con el sol a sus espaldas y luego se retiran.
Los alemanes que conforman la dotación del “Muro del Atlántico”, ya están acostumbrados a estas “visitas” vespertinas y esconden en los pisos inferiores lo que pueda ser destruido, para volverlo a sacar en cuanto pase el ataque.
Conocen además que dicho ejercicio se hizo a la luz de la luna y marea baja.
El almirante Krancke, jefe del Grupo Oeste, aprovecha esta circunstancia para inspeccionar al sur de Francia.
Los alemanes han previsto estos actos de sabotaje y se establece la comunicación por radio.
Una estación señala: El Estado Mayor en París comprende la situación: esos ecos no son interferencias, sino la flota de desembarco aliada que se dirige hacia la costa francesa.
Entretanto, han informado al almirante Krancke de los acontecimientos y éste ordena: “Emitan inmediatamente la frase convencional: gran desembarco en la bahía del Sena”.
El “Möwe” junto con los torpederos “T-28” y “Jaguar” se dirigen a gran velocidad hacia “los objetivos señalados en el canal de la Mancha”.
De los mensajes se deduce que, efectivamente, los Aliados han puesto en marcha el desembarco.
El buque británico más próximo es el acorazado “Warspite” que se encuentra a 8500 m. Los torpederos en su ataque lanzan 18 torpedos contra la escuadra británica, que son contestados por un fuego infernal contra ellos.
Los torpederos alemanes se repliegan, comprendiendo que nunca llegarán a los transportes de tropas.