A los seis años empieza su aprendizaje en la academia del maestro Realito, que lo inició especialmente en los bailes de palillos.
El maestro los lleva a bailar en fiestas y teatros donde actúan profesionales.
Por este mismo año bailó en el Pasaje de Oriente, en una fiesta que se daba en honor del infante Don Carlos, y también dentro del mismo año efectúa su primera salida al extranjero, bailando en la Feria Internacional de Lieja, Bélgica.
La pareja está actuando en Barcelona y Francia, cuando el empresario de variedades Marquesi contrata a la pareja para ir a América, donde entre éste y otros nuevos compromisos, permanecerán doce años.
De Argentina pasan a Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Cuba y México.
[1] En 1943, de vuelta a Nueva York, se presentan en el Teatro Carnegie Hall, con un grupo algo más numeroso y Antonio escenifica el Corpus Christi en Sevilla (de Albéniz).
Además del Zapateado, la jota Viva Navarra de Larregla, y el Zorongo gitano, son dos piezas fundamentales en su carrera.
Pasan a Sevilla y en Semana Santa se presentan en el Teatro de San Fernando.
Juntos habían añadido a las coreografías reseñadas de su estancia en América, otras nuevas paseadas por Europa.
Aquí se reseñan: Debajo de la Hoja, Anda jaleo y Los cuatro muleros.
Rota la pareja, Antonio en este mismo año saca adelante el proyecto de crear una gran compañía.
Tercer acontecimiento de este mismo año es la creación del baile el martinete, estilo flamenco que hasta entonces solo estaba reservado al cante.
Lo interpreta en la película Duende y misterio del flamenco dirigida por Edgar Neville en 1952.
Se hará realidad el año siguiente junto al Capricho español de Nikolái Rimski-Kórsakov.
Lo componen treinta y cinco bailarines, con Rosita Segovia como primera figura femenina.
Es un ballet bien presentado, disciplinado y sin fallos técnicos que obtiene un éxito rotundo.
Bien es verdad que él responderá a esta distinción creando nuevos ballets para tal acontecimiento.
En el Teatro Stoll de Londres se gana a un público que mira con reserva al nuevo coreógrafo.
Danzas fantásticas de Turina y renueva la famosa jota Viva Navarra.
Rosita Segovia contribuye con su buen hacer danza-actriz al éxito general de este ballet.
Busca temas simbólicos de contenido recargado como sucede en la obra citada y en Eterna Castilla, aunque los decorados sean estilizados, el baile no lo es.
El espectáculo se inicia con un preludio entre guitarristas y cantaores; sigue el mirabrás, tarantos bailados; La sangre derramada, carcelera; En el puerto, tangos de Málaga, martinete, bulerías, la caña, granainas, Resurrección de la petenera, La casada infiel y concluye con alegrías, tanguillos de Cádiz, fandangos rocieros y se despide por sevillanas.
El repertorio que presenta es variado con obras de otros maestros, alternando con las más famosas suyas.
En 1987, se presta a hacer para María Rosa una coreografía sobre la Romería del Rocío que presenta en ese año en el Teatro Monumental de Madrid.
Una grave enfermedad lo relegó a una silla de ruedas y le ocasionó la muerte apenas iniciado 1996.