Su experiencia como cautivo en Prusia durante la Guerra de los Siete Años lo llevó a defender la patata como alternativa alimentaria (en Francia, como en casi toda Europa, se la consideraba no comestible).
La acogida que Luis XVI había reservado al agrónomo filántropo le hizo ser durante el periodo revolucionario sospechoso para el Nuevo Régimen.
Pero pronto se le confió la vigilancia de las salazones destinadas a la Armada francesa.
Durante la época napoleónica, como inspector general del servicio de salud, consiguió que el ejército adoptase la vacunación antivariólica y se ocupó de las condiciones higiénicas en los barcos.
Científico con una obra notable por su variedad, participó, además, en la vida social colaborando en los textos relacionados con la reforma agraria propuestos por la Asamblea Nacional Constituyente.