Animita es el término chileno utilizado para referirse a un lugar de veneración religiosa o mitológica, generalmente desarrollado como una capilla, ermita, santuario o templete, que recuerda un hecho trágico en espacios públicos.
Entonces, le pueden pedir que intervenga frente a santos o el mismo Dios para que les soluciones problemas, y si este asunto es resuelto, el deudo le debe agradecer poniéndole una placa.
La diferencia está en que la Iglesia católica acepta como santos a personas de intachable conducta y tras un proceso; mientras que las animitas pueden pertenecer a delincuentes fusilados (como Dubois o Santos Guayama), agnósticos (Balmaceda) o simples personas muertas trágicamente (como Lázaro Blanco, alcanzado por un rayo, o Elvirita Guillén, violada y asesinada).
Por esta razón la Iglesia Católica no acepta este tipo de culto aunque las personas que lo practican no lo ven como «anticatólico», sino todo lo contrario, como una parte de la Iglesia.
Un aspecto interesante que refleja el sincretismo cultural es el dejar regalos en la animita destinados al fallecido.