Amoralismo

El pensamiento amoralista toma en referencia la postura ética de Nietzsche, basándose en el egoísmo del individuo, el cual, no busca una moralidad colectiva, tomando al ser humano como un eslabón aislado de la cadena al cual la moral colectiva  y sus percepciones del bien y mal no le afectan.

Sin embargo, aquí se muestra un diferente enfoque del amoralismo, pues con este concepto, Nietzsche plantea el rompimiento de una tradición moral impuesta por una visión cristiana, lo cual permite que el individuo genere una libertad y pureza tras este rompimiento.

Debido a estas limitaciones, la racionalidad humana es más exigente y menos demandante que la información completa.

A veces tomamos decisiones correctivas que solo pueden verse como una declaración sobre el ideal.

Realmente, estos agentes no están actuando irracionalmente, sino racionalmente, basándose en  los hechos que tienen a su disposición.

Una visión fuertemente criticada por el autor alemán Nietzsche, quien sobreponía la voluntad del individuo sobre las normas sociales morales que pudieran generarle cadenas y limitarle su potencial de evolución al superhombre.

Estos conceptos, según consideraba Nietzsche, solo hundían al individuo en una fe ciega y lo alejaba de la razón; pues la iglesia rechazaba cualquier tipo de cuestionamiento hacía Dios y sus enseñanzas, encapsulando la argumentación en un dogma que el autor mantenía como “desagradable”.

Sin embargo, en el libro de Así habló Zaratustra, se expone desde la perspectiva nihilista que esto obstaculiza la evolución del ser humano, pues es incompatible con los instintos naturales del mismo y la consideraba como una característica “depresiva, débil y contagiosa”, que generaba sufrimiento en el mundo y fue factor determinante en la muerte de Dios.