El oficio de cacharrero se transmitía por vía masculina, comenzando el aprendiz a los nueve años.El alfar, obrador, almacén y horno se habían instalado en unas antiguas bodegas, a la salida del pueblo.La alfarería en Málaga, representada en sus últimas generaciones por la familia Barrios, desaparece con la guerra civil española.[5] De ella salía una tosca loza blanca con alguna cenefa, azul o naranja preferentemente.El resto de los abundantes centros alfareros seguntinos fueron simples y humildes obradores cacharreros.[7] Asimismo, se localizaban talleres de cerámica en Azuqueca de Henares, Cabanillas del Campo (José Delgado), El Casar, Chiloeches, Guadalajara, Hita (Felisa Rojo), Luzón, Pozancos (Alfar del Monte), Tendilla (taller "Aliaga") y Tierzo.[8] En los campos de la investigación y la conservación también hay que destacar los estudios del Equipo Adobe,[9] y la institución Amigos del Museo de Guadalajara.
Botijo con
decoración incisa
(motivos geométricos y ondas de agua). Alfarería popular de Zarzuela de Jadraque.