Carlos V le distinguió confiándole la regencia de España cuando tuvo que ausentarse del país en 1520 por razón de su designación como cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico.La noticia llegó a la Casa del Cordón, donde se hospedaba, el 22 de ese mes.Sin embargo, tuvo dificultades entre los cardenales, no habituados a su estilo de vida sobrio y austero.Su costumbre de celebrar misa a diario, algo insólito entonces, producía rechazo.Allí tenía una Iglesia agotada y pobre, por lo que les debía muy poco; ellos habían sido más bien sus verdugos.Pudiera pensarse que, en todo caso y por el favor que le había hecho Carlos V, iba a ser un pontífice dócil y sumiso al emperador, pero no fue así, o no al menos de forma incondicional.Su temprana muerte (septiembre de 1523) le impidió realizar cualquier acción en el seno de tal alianza, como tampoco le permitió poner algún remedio al avance del luteranismo.Durante su pontificado, Adriano VI canonizó a San Antonino de Florencia.